
Tristán Adolfo es un niño callado, tranquilo, no habla mucho y aunque parezca mucho menor, ya tiene 12 años y está a punto de entrar a sexto primaria. Doña Irma lo ve y también guarda silencio, pues sabe que desde que su hijo cumplió un año todo ha sido complicado, ya que padece de glucogenosis, una enfermedad de tipo genética que le da a una de cada 100 mil personas en el mundo y la cual los obliga a llevar una dieta y cuidados excesivos durante toda su vida.
“Chinito”, como le llaman de cariño, ve llegar a alguien desconocido y trata de no llamar la atención. El hombre que nunca había visto se llama Keneth Cruz y al contrario de lo que el pequeño piensa, no es un doctor que llega para inyectarlo o revisarlo, sino un voluntario que desde que conoció su caso quiso brindarle ayuda a él y su mamá.

“Sólo de pensar lo que ha pasado doña Irma ya hace admirar su labor, pues como se lo dije a ella; sin duda el mejor medicamento que ha recibido Tristán es el amor que ella le da”, dice Keneth Cruz, quien decidió compartir con ellos aprovechando un viaje que la familia hizo desde Quezaltepeque, Chiquimula, hasta la ciudad capital, donde tendrían una de las tantas visitas al médico que se hacen necesarias cada cierto tiempo para el pequeño.
Luego de unos minutos la curiosidad triunfó y Tristán se acercó a una caja grande envuelta en papel de regalo. El presente era para él y adentro venían 10 botes de la fórmula que sirve como suplemento para que él pueda nutrirse sin correr ningún riesgo, ya que casi no puede comer alimentos sólidos y tiene terminantemente prohibido ingerir azúcar y todo lo demás lo puede comer y beber de manera bastante limitada.

La rutina del día a día no es fácil, pues “Chinito” debe ser muy cuidadoso mientras está recibiendo clases y sus maestros deben estar al tanto de su suplemento alimenticio cada cuatro horas, ya que de no consumirlo podría desmayarse y hasta tener convulsiones. Luego de clases un familiar se hace cargo de él mientras su madre llega del trabajo. A pesar del cansancio, doña Irma siempre aparece al final del día con grandes dosis de amor para su pequeño, esas que son necesarias para la buena salud.
Ya suman bastantes años desde que la mamá de Tristán no toma un solo día de vacaciones, pues ella los aprovecha por separado, para poder traer a su pequeño a la capital cada vez que necesita visitar al doctor, una travesía de al menos cinco horas de ida y cinco de regreso, la cual a veces se alarga hasta a dos días si las cosas se complican.

“Desde que empezó la convocatoria para los 21 Días de Dar Felicidad me llamó la atención participar y conocí el caso de ellos. Decidí regalarles los suplementos pues a veces les cuesta conseguirlos, no siempre hay, mientras que la medicina es más fácil que la encuentren en Quezaltepeque”, comenta Keneth Cruz, quien quedó admirado de la fortaleza de doña Irma, la que le confesó que al principio pensó “por qué a mí, por qué a mi hijo”, pero que luego vio como la vida tenía mucho que enseñarle y que ahora agradece la oportunidad que tiene de llevar al máximo sus capacidades y de ser mucho más cariñosa y comprensiva.
A pesar de todos los cuidados, doña Irma se ha encargado que “Chinito” no se preocupe nada más que de ser un niño, entregar sus tareas a tiempo en la escuela y soñar con un futuro. El pequeño comenta que su clase favorita es la de física, pero que no puede hacerla porque no puede correr, además sueña con ser doctor o chef, la primera profesión debido a que estos han estado presentes en su vida desde que nació y la segunda porque quisiera crear recetas diferentes, para que otros niños como él, con glucogenosis, puedan disfrutarlas.
Otros días
- Día 1: Joven cumple el sueño de una señora de 90 años al ver una fotografía
- Día 2: Un poco de cariño puede cambiar la vida de alguien
- Día 3: Sonrisas entre lienzos y pinturas
- Día 4: Sueños que llevan amor y alegría
- Día 5: Moñas que sujetan esperanzas y envuelven el regalo de la gratitud
- Día 6: Amigas se unieron para dar cobijas al prójimo
- Día 7: “Ver sus sonrisas no tiene precio”
- Día 8: La diversión que revive las ganas de seguir siendo niños
- Día 9: Una convivencia llena de amor y vida para niños con cáncer
- Día 10: Dejaron su caja de lustre para recibir una sorpresa llena de comida, regalos y risas
- Día 11: Familia comparte su amor con adultos mayores en casa hogar
- Día 12: Una rica cena para las personas sin hogar del Centro Histórico
- Día 13: Compartir es uno de los más valiosos valores que se pueden fomentar
- Día 14: Abuelitas que viven en hogar recordaron por un día los villancicos de su época
- Día 15: Ayuda llega a madre que trabaja desde las 3 de la mañana para sostener a su familia
- Día 16: “La sonrisa de los niños es el mejor regalo que uno puede obtener”
- Día 17: Agustín, el papá que perdió a su esposa y necesita un trasplante, recibe alegría de altruistas
- Día 18: Un mensaje de esperanza para las mamás en prisión y sus niños
- Día 19: Alegría y esperanza en el hogar de ancianos Santo Domingo
- Día 20: El fútbol y las acrobacias en un semáforo originan una linda amistad
- Día 21: Un impulso de esperanza para el pequeño Tristán y doña Irma en su lucha diaria